Algunas veces vuelo y otras veces me arrastro demasiado a ras del suelo. Algunas madrugadas me desvelo yendo como un gato en celo patrullando la ciudad, en busca de una gatita en esa hora maldita en que los bares a punto están de cerrar cuando el alma necesita un cuerpo que acariciar. Algunas veces vivo y otras veces la vida se me va con lo que escribo. Algunas veces busco un adjetivo inspirado y posesivo que te arañe el corazón. Luego arrojo mi mensaje se lo lleva de equipaje una botella al mar de tu incomprensión. No quiero hacerte chantaje sólo quiero regalarte una canción. Y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad. Algunas veces gano y otras veces pongo un circo y me crecen los enanos. Algunas veces doy como un gusano en la fruta del manzano prohibido del padre Adán. O duermo y dejo la puerta de mi habitación abierta por si acaso se te ocurre regresar. Más raro fue aquel verano que no paró de nevar.
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