Confesiones agonizantes:


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La mejor táctica contra el delirio...

lunes, 15 de noviembre de 2010

C'est la vie

Hombres, mujeres. Mujeres, hombres. La historia de nunca acabar, el cuento de nunca empezar. ¿Quién gana? ¿Quién pierde? ¿Quién manda? Estos últimos días, estuve reflexionando sobre la relación entre los hombres y las mujeres, basada en la experiencia, en la conducta y en un toque de subjetividad. ¿Y qué fue lo primero que pensé? Pensé que los hombres creen cosas o piensan cosas que no son. Se creen que morimos por ellos, que nos encantan, que nos excitan, que los adoramos, que nos parecen re divertidos y graciosos, que siempre nos hacen reir, que para nosotras son lo máximo, y que su físico nos mata. O SEA HELLO! Ni se asoma a la realidad. Todas esas cosas las pensamos de UN sólo hombre, a ver si le entra en la cabecita, que ustedes mueran por nosotras no significa que nosotras igual por ustedes. Pero gente del cyberespacio que casualmente lea esto, tengo que informarle que esto no es algo malo para nosotras. Por momentos es molesto, sí. Sin embargo, la mejor parte viene después, cuando los podemos usar. Sé que suena cruel, despiadado y maquiavélico, pero es un hecho. A mi no me gusta hacerle cosas malas a la gente, no está en mi naturaleza, pero usar a un hombre para nuestro beneficio es inevitable. Y no es algo descabellado, pensemos en las situaciones más comunes como pedir un favor, darle celos a un chico con otro chico, y muchas cosas más. Lo admitan o no, es así, somos embusteras y nos encanta serlo.

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