Confesiones agonizantes:


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La mejor táctica contra el delirio...

sábado, 12 de febrero de 2011

Enamorada del amor. Parte II

El tiempo a medida que pasaba me iba arrastrando con él. Fui cambiando, y mucho, se podría decir que abismalmente. No es algo raro porque estaba transitando la parte de la vida más loca del ser humano, comúnmente llamada adolescencia.
Después de varias pseudo experiencias con el amor me sentía lista para conocer a alguien que me hiciera sufrir. Pero como siempre, la vida juega con nosotros y nunca salen las cosas como las teníamos planeadas. Con esto quiero decir que iba a sufrir, sí... pero no por alguien. El caso es que sufría por que no sufría por nadie (por más confuso que eso suene). Porque pasaban los meses y cada vez me sentía más insignificante. Y cuando pasó un año obviamente me rendí y me alié a la soledad. Parecía que no había nadie hecho a mi medida. Sentía que a mi vida le faltaba un espacio que llenar, un ámbito de mi vida estaba en blanco. Y creo que fue en ese momento que conocí la verdadera esencia de dos palabras llenas de significado: completitud e incompletitud. Me empecé a obsesionar con sentirme completa. Tenia amigos increíbles, una familia espectacular, muchas comodidades, y me iba genial en el liceo. Pero no me bastaba. Necesitaba amor
Amor. Otra palabra que también me obsesionaba. Soñaba (y lo sigo haciendo) con un amor ideal. Se volvió un hábito. Pero no aparecía nadie, lo cual generó que por momentos tuviera grandes bajones y por otros (los más sanos debo decir) seguía con mi vida. Y así anduve un largo tiempo, hasta que un día comenzó una serie de sucesos que dejó marcas en mí...

"La moneda cayó por el lado de la soledad."

1 comentario:

  1. Me paso lo mismo, tuve exactamente la misma sensación cuando era mas "chica", no había nadie, me sentía poderosa, incapaz de volverme a enamorar, me iba perfecto en todos lados, y esos bajones de decir "porque estoy sola"? "porque mis amigas siempre tienen algo en la vuelta? yo era la superada, a la que nadie podía lastimar. Pero bueno son cosas de la adolescencia...

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